Pablo Guerrero: ‘Las FF.AA. y la Policía jamás intentaron dar un golpe’

(Diario EL UNIVERSO).- El gobierno de la República Checa le concedió asilo considerando que “el proceso penal que en su país (Ecuador) sigue su curso contra el solicitante y otras doce personas tiene todos los elementos de un proceso político y la pena que podrían recibir no guarda relación con la seriedad de la culpa”. ¿Cómo concluyeron eso las autoridades de ese país?

Todo el proceso duró un año. Luego de un exhaustivo análisis de la situación del Ecuador, de los informes de organismos de derechos humanos, las entrevistas que me realizaron y la visita de funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores al país, las autoridades checas concluyeron que la acción instaurada en mi contra y doce personas más se inscribe dentro de una persecución política. No cometimos terrorismo ni sabotaje, como ha dicho el Gobierno usando programas mediáticos cuyas copias también presenté a las autoridades del país eslavo.

¿Cómo es su vida ahora allá? ¿A qué se dedica? El canciller Ricardo Patiño dijo que usted la “estaba pasando bien”…

La vida en el exilio es una oportunidad para entender otras culturas como esta, que sufrió el totalitarismo a nombre de la utopía socialista que concentra el poder en un grupo dirigente que está por encima de los derechos individuales, como ocurre hoy en Ecuador, Venezuela, Bolivia. Ahora soy conferencista en universidades europeas. Sobre la afirmación del canciller, he de manifestar que no la paso mal. Vivir en este gran país, en la bella Praga, es una experiencia cultural única; sin embargo, la nostalgia de la ausencia de la patria, la familia, el idioma, los amigos, contrastan con la frívola apreciación de Patiño.

El asilo es por diez años, que podrían extenderse diez más. ¿Espera quedarse 20 años?

En la historia han existido dictaduras, como la de (Francisco) Franco o la de Fidel (Castro), que han durado varias décadas; sin embargo, conocedor de la inteligencia y espíritu liberal de los ecuatorianos, no tengo la menor duda de que el régimen se encuentra en sus estertores y pronto veremos amortajada a la revolución de la infamia.

¿En qué estado se halla su proceso judicial en el país?

Mi caso no se trata de un proceso judicial, sino de un instrumento de persecución que contiene la mayor colección de atropellos al Derecho. Los jueces obsecuentes al régimen en momento oportuno deberán responder personalmente por las irregularidades.

¿Cómo cree que la justicia ha actuado en los procesos derivados de la sublevación del 30 de septiembre?
Como abogado conozco que para algunos jueces obrar conforme a Derecho la consecuencia fue su destitución. Hay otros que han actuado como brazo prolongado del despotismo: estos merecen el repudio eterno de la patria.

¿Por qué cree que no se ha determinado a los culpables de las muertes de uniformados y policías en el operativo de rescate del presidente Correa?

La Fiscalía no es independiente, es trastienda de Carondelet. Al tener dicha condición, la pregunta es: ¿A quién protege la vindicta pública? La respuesta se encuentra plasmada en el artículo de Diario EL UNIVERSO titulado ‘No a las mentiras’, de Emilio Palacio, que provocó la furia presidencial.

¿Cuáles cree usted que han sido las secuelas políticas de esta sublevación?

Sangre fértil derramada en las calles por la furia del poder, prisioneros y asilados políticos, pérdida de la confianza en la justicia, decantación del abuso de poder, pérdida de libertad y de la democracia.

¿Cómo evalúa usted el actual manejo de los medios denominados ‘públicos’?

Esos medios jamás han sido públicos; constituyen el aparato de propaganda de este gobierno, son instrumento de exaltación del odio y el resentimiento, sus miembros son legiones de esbirros, áulicos asalariados del régimen y una ideología absurda que está llevando al país al caos.

¿Hay peligro de que se repita una sublevación de ese tipo?

Las Fuerzas Armadas y Policía jamás intentaron dar un golpe de Estado. A partir del 30 de septiembre del 2010 estas han sido cortejadas por el régimen con el fin de hacer de ellas un neopretorianismo para sostener a un presidente convertido en emperador tardío. No obstante, tengo la certeza de que no abandonarán su deber de ser custodios y los garantes de los principios republicanos.

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