La nueva Bolivia, donde los relojes giran al revés, se rinde ante Evo

(Por. Rubén Guillemí.- LA NACIÓN).- Si Bolivia fue siempre el país más exótico de todos los que rodean a la Argentina, uno de los logros de los nueve años de gobierno de Evo Morales es haberlo convertido en más particular aún. Y ésa es una de las conquistas que le está sumando votos para las elecciones de pasado mañana.

Las manecillas de los relojes en muchos edificios públicos giran ahora hacia la izquierda, por todos lados flamea la bandera multicolor whipala, oficialmente se anuncia que el país está en el año andino amazónico 5522 y en algunas regiones la «justicia comunitaria» comienza a reemplazar a la occidental enraizada en el derecho romano.

Por muchos años lo más extraño de Bolivia era ver por las calles a los coyas, con sus ponchos y chullos (gorros de lana con orejeras), y a las cholas paceñas con sus coloridas polleras y sombrero bombín. Hoy los coyas y las cholas no son sólo parte del colorido paisaje urbano de esta bella capital. Cuando uno va a hacer un trámite a una oficina pública, no es de extrañar encontrarse con funcionarios ataviados con la ropa tradicional e incluso hay diputadas indígenas que ocupan sus bancas en la Asamblea Legislativa vestidas con polleras y sombrero bombín.

«En realidad, lo raro es todo lo que sucedió hasta ahora en un país donde el 62% de la población es indígena», dijo a LA NACION el viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas.

Desde que en 2009 el Congreso declaró a Bolivia un «estado plurinacional», Morales creó este viceministerio para identificar las áreas que estaban más afectadas de manera negativa por la influencia hispánica y occidental, y ver de qué manera recuperar los valores positivos de la cultura ancestral.

«Lo fundamental es aquí un cambio de mentalidad y la transformación debe comenzar por nosotros mismos, por el gobierno», dice Cárdenas, abogado de nacionalidad aimara. «Estamos tratando de cambiar el comportamiento de muchos funcionarios públicos. En la cultura occidental es muy importante la jerarquía. El que tiene más autoridad se siente superior. Mientras que en nuestras culturas lo fundamental es la comunidad. El funcionario debe aprender que es sólo un servidor», explica el viceministro, que luego da detalles de uno de los proyectos más polémicos, la implementación de la «justicia indígena».

La llamada «ley de deslinde jurisdiccional», que rige desde 2010, establece los casos en los que se puede aplicar la justicia indígena. Sus tribunales están formados por miembros de la comunidad que no se rigen por leyes escritas, sino por el sentido común. «Nuestra justicia es comunitaria, inmediata, moral y pública», explica Cárdenas, y pone un ejemplo: «Si una persona sale de una casa robando un televisor, la justicia occidental puede perder años y mucha burocracia para investigar el caso y considera que el ladrón es inocente hasta que se demuestre lo contrario. La justicia indígena se reúne inmediatamente, actúa por el sentido común, delibera y decide el castigo más adecuado para el bien de la comunidad».

Cárdenas desmintió las versiones sobre que esta justicia podría llegar a aplicar castigos como la amputación para el caso de los ladrones o la castración para los violadores. «La sanción más grave es la expulsión de la comunidad. Lo otro son casos de venganza por mano propia que no tienen nada que ver con nuestras tradiciones.»

El presidente Morales y Cárdenas están entusiasmados con un proyecto de una «ciudad modelo» en el cantón de Peñas, municipio de Batallas, donde habrá desde justicia indígena hasta un hospital de primer nivel que utilizará únicamente las técnicas de la medicina ancestral. Allí se aplicarán hierbas curativas, las mujeres parirán de pie o en cuclillas, y hasta atenderán afecciones como el «susto». «Los médicos occidentales no atienden las enfermedades del espíritu, las dejan para los psicólogos. Nosotros tenemos una visión más integral de la persona y sus dolencias», concluye Cárdenas.

Pero no todos ven con entusiasmo la política de descolonización del gobierno. Por aquello de que no hay peor astilla que la del propio palo, uno de los críticos más duros es el ex ministro de Educación durante el primer mandato de Morales, el sociólogo aimara Félix Patzi, quien considera que el gobierno acomoda los postulados a su conveniencia.

«Si la comunidad es más importante que la jerarquía, ¿cómo es que Morales se está eternizando en el poder? Eso no tiene nada que ver con nuestras tradiciones. La «democracia comunitaria» es rotativa y descentralizada. Las grandes decisiones las toma cada comunidad tras una deliberación colectiva. Es algo parecido al sistema de democracia directa de algunos cantones suizos», explica Patzi.

Este ex ministro concluye: «El gobierno se focalizó en los aspectos simbólicos, como adorar a la Pachamama, los relojes que giran al revés o haber celebrado en junio el comienzo del año 5522. Pero todavía queda pendiente la realización de cambios profundos como la organización del país, la educación, y una transformación real de todo el sistema judicial».

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