Francia acelera el paso para salvar el planeta en la Cumbre de París

París.- (Gabriela Cañas.- El País).- La próxima Cumbre del Clima a celebrar en París en diciembre es una de las apuestas más ambiciosas de François Hollande. El presidente francés está firmemente comprometido con la crucial reunión internacional. La gran maquinaria diplomática de la sexta potencia mundial lleva meses al servicio del objetivo de lograr un cambio de modelo global que evite la devastación que augura el cambio climático. Mientras logra sumar 49 países al próximo acuerdo, la anfitriona quiere dar ejemplo: ha aprobado en lectura defitiva en el parlamento su Ley de transición energética. En el camino a París quedan muchos obstáculos y Hollande empieza a preocuparse por la falta de compromisos previos, pero también hay avances sorprendentes.
El presidente de la Cumbre del Clima de París es un peso pesado de la política francesa: el exprimer ministro y responsable de exteriores Laurent Fabius. El lunes y martes de esta semana mantenía en la capital francesa una reunión ministerial con medio centenar de homólogos. En la misma ciudad, otros tantos activistas y líderes políticos religiosos de medio centenar de países acogían a Hollande y a la ministra de Ecología y Energía, Ségolène Royal. El asunto: el combate contra el cambio climático como una cuestión de conciencia.

Las negociaciones para frenar la hecatombe que augura el cambio climático han logrado que 49 países (entre los que están los 28 de la UE), responsables del 55% de las emisiones de efecto invernadero, presenten sus planes para reducirlas. Es un resultado decepcionante para el Gobierno galo. “Con solo esas aportaciones la temperatura media del planeta aumentaría en tres grados”, avisa Hollande. Los científicos alertan: tres grados arriba o abajo en el planeta son tan letales como en el cuerpo humano.

La necesidad de frenar el calentamiento obliga acometer una drástica reducción de las emisiones erradicando en un 80% el uso de los combustibles fósiles y apostando por las renovables. Ello abre la puerta a un nuevo modelo energético, nuevos hábitos sociales y nuevas tensiones; también nuevas inversiones.

Desde la Cumbre de Kioto, ninguno de los países anfitriones de las reuniones posteriores (Dinamarca, México, Suráfrica y Perú) tenía la envergadura de Francia. Ello puede favorecer el acuerdo, explica el exministro galo de Medio Ambiente Pascal Canfin en su reciente libro 30 preguntas para comprender la conferencia de París.

Fabius prevé acelerar las negociaciones. “Nuestros negociadores tropiezan aún con importantes obstáculos”, ha dicho. Los 196 países que participan en el proceso deberán presentar sus planes nacionales antes de noviembre. Además, los del norte tienen que ayudar con dinero público y privado a la transición energética de los del sur con un fondo verde de 100.000 millones de dólares anuales, lo que dificultará el acuerdo. A nivel internacional, resta por romper las resistencias de muchos países, algunos de ellos importantes productores de combustibles fósiles, como Brasil, Rusia y Arabia Saudí. 

El tiempo apremia. De los quince primeros años de este siglo, catorce han sido los más calurosos desde que hay registros. Ciclones, sequías y hambrunas se achacan al calentamiento global. “Ya hay refugiados climáticos”, advierte Hollande.

Junto al sombrío panorama hay impresionantes avances. El desierto de Gansu, al noroeste de China, está sembrado de paneles solares. De seguir al ritmo actual, este país participará en la Cumbre de París como la campeona en producción de energía solar. China, siempre reacia a compromisos ecológicos, es uno de los 49 que ya ha presentado su contribución. “Ha superado sus propios objetivos”, dice Nicolas Hulot, enviado especial de Hollande para la protección del planeta. “Las cosas pueden ir más rápido de lo esperado”.

El fondo de pensiones soberano de Noruega, el más importante del mundo, dejará de invertir en firmas que utilicen más del 30% en energías fósiles. Las empresas gasísticas y petroleras, así como los constructores de automóviles están obligados a transformarse. Muchas de las más importantes firmas (1.200 en total) participaron en una cumbre en París en mayo pasado. “Para los inversores, la cuestión no es si se van a abandonar las energías fósiles, sino cuándo y a qué ritmo”, explica Hulot.

Francia llegará a la Cumbre de París como alumno aventajado. Su Ley de transición energética promoverá el transporte eléctrico, la edificación sostenible, la tecnología limpia y la limitación de la energía nuclear, que obligará a cerrar ya dos viejos reactores. Se han producido las primeras fricciones con la industria francesa del automóvil, una de las más “dieselizadas” del mundo. Pero Francia parece dispuesta a liderar la nueva revolución: “Podemos abrir, como en 1789, una inmensa esperanza al mundo”, afirma Hollande.